miércoles, 2 de marzo de 2011

Un día cualquiera

Un día de tantos, camino entre la gente, voy al autobús donde la gente esta aburrida, monótona, miran al suelo, al techo, o a su móvil -sin intercambiar palabra- algunos en cambio hablan entre ellos de forma hipócrita y sin decir nada en muchos casos. Se conforman para no caer en algo peor, y estar más jodidos si es que cabe. En vez de hacer algo, caen el la resignación con su careta de ojos muertos. Están los qué van al trabajo, los estudiantes, los jubilados y en el autobús que va a mi barrio; los reclusos de los centros de menores, cada uno pensando, en no ser despedido, en aprobar una materia en la que poco le han enseñado y mucho tiene que contestar, en su baja pensión -o directa mente congelada- y en llegar a las ocho pues más tarde esta prohido, y tal vez en salir.
Y yo siento calor, un calor sofocante en pleno invierno, anti-natural e inaguantable. Me quito el abrigo y tengo calor, la chaqueta etc... al final termino con ello en la mano y con calor igualmente. Me dan ganas de vomitar, estoy deseando salir. Tarda años en cada segundo, cuando por fin, llego:
Todo es igual.... salvo que hace frio.